La advocación y culto a Nuestra Señora de la Divina
Providencia se originó en Italia en el siglo XIII. Fue una
devoción muy difundida y popular que posteriormente pasó
a España donde se levantó un santuario en Tarragona,
Cataluña.
Al ser nombrado obispo de Puerto Rico el catalán Gil Esteve
y Tomás, trajo consigo esta devoción que conociera en sus
años de seminarista. En las manos de la Divina Providencia
tuvo que poner toda su diócesis este prelado, pues encontró
a la catedral prácticamente en ruinas y la economía de la
diócesis en peores condiciones. La confianza del obispo y
su trabajo dieron fruto rápidamente y antes de los cinco
años ya había podido reconstruir el templo catedralicio, en
el que se estableció el culto y la devoción a la Virgen de la
Providencia.
La imagen original venerada por los Siervos de María y
otras órdenes religiosas italianas, es un hermoso óleo en el
que aparece la Virgen con el Divino Niño dormido
plácidamente en sus brazos. Se cuenta que el título "de la
Divina Providencia", se debe a San Felipe Benicio, quinto
superior de los Siervos de María, quien al invocar la
protección de la Virgen un día en que sus frailes no tenían
nada que comer, encontró a la puerta del convento dos
cestas repletas de alimentos sin que se pudiese conocer su
procedencia.
La imagen mandada a hacer por Don Gil Esteve fue tallada
en Barcelona según el gusto de la época. Es una hermosa
imagen sentada, "de ropaje, (es decir, hecha para ser
vestida), y estuvo expuesta al culto en la catedral durante 67
años, hasta que en 1920 fue sustituida por otra magnífica
talla, toda de madera, que es la imagen de Nuestra Señora
de la Divina Providencia más familiar y conocida por las
comunidades puertorriqueñas.
María se inclina sobre el Niño, que en total actitud de
confianza duerme plácidamente en su regazo. Las manos
de la Virgen se unen en oración mientras sostiene
suavemente la mano izquierda del Divino Infante. El
conjunto sugiere ternura, abandono, devoción y paz.
El Papa Pablo VI declaró a Nuestra Señora Madre de la
Divina Providencia, como patrona principal de la isla de
Puerto Rico mediante un decreto firmado el 19 de
noviembre de 1969. En ese documento se decretó también
que la solemnidad de la Virgen debía trasladarse del dos de
enero, aniversario de su llegada a la isla, al 19 de
noviembre, día en que fue descubierta la isla de Borinquen.
Se quiso unir así los dos grandes afectos de los
puertorriqueños; el amor por su
preciosa isla y el amor por la Madre de Dios.
La talla más antigua, que data del 1853, fue la elegida para
ser coronada solemnemente durante la reunión del Consejo
Episcopal Latino Americano celebrada en San Juan de
Puerto Rico el 5 de noviembre de 1976. La víspera del
acontecimiento esta imagen fue vilmente quemada en la
Parroquia de Santa Teresita de Santurce. Pero eso no
detuvo la solemne coronación, que ocurrió en medio de la
emoción y las lágrimas de millares de sus hijos y la
presencia de cardenales, arzobispos y obispos venidos de
toda Latinoamérica.
La imagen quemada fue enviada a España para ser
restaurada. Actualmente espera la construcción del
proyectado gran santuario nacional para ser allí colocada.
Nuestra Señora
de la Divina Providencia
Himno
Virgen Santa de la Providencia
Madre de Clemencia,
Honor del Caribe.
Protectora, Borinquen te aclama.
Patrona te llama y a tu amparo
vive.
Los Boricuas, tus hijos amados,
llegan confiados a buscar los
bienes,
que les brinda con todo el cariño,
por tu mano, el niño,
que en tus brazos tienes.
Ese niño que reposa en calma,
despierto en el alma
en Borinquen sueña.
Y se alegra de que hayas querido
por trono escogido, tierra
Borinqueña.
Puerto Rico, te tiende su brazo,
solo en tu regazo, descansar añora,
y te pide, que sigas constante,
siendo en cada instante
su fiel protectora.