NORMA SOBRE LOS MINISTROS EXTRAORDINARIOS
DE LA SAGRADA COMUNION
La facultad
de nombrar ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión, es dada a los pastores, a los sacerdotes-capellanes, en sus parroquias
e instituciones.
La facultad
es otorgada a todos los sacerdotes para designar personas apropiadas para distribuir la Comunión en una ocasión específica
cuando haya necesidad genuina para ello.
NOMBRAMIENTO
DE MINISTROS EXTRAORDINARIOS
DE LA SAGRADA
COMUNION
Las siguientes
normas han de ser seguidas en el nombramiento de ministros extraordinarios de la Comunión que funcionarán en una base regular
dentro de la Misa o servicios de Comunión en su parroquia o institución.
1. Debe existir
una auténtica necesidad para tal ministro. Una necesidad existe cuando los ministros ordinarios (sacerdotes y diáconos) no
están disponibles o no hay un número suficiente de ellos para atender a los fieles que piden la Comunión dentro de un período
corto de distribución.
2. Cuando
tal necesidad existe, el pastor o el sacerdote-capellán puede seleccionar y designar hombres y mujeres, laicos o religiosos,
para que sean ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión.
3. Aquellos
que sean elegidos para ser ministros extraordinarios han de ser personas maduras, deben tener al menos quince años de edad
o más, confirmados, han de llevar una vida cristiana ejemplar y por tanto reconocidos y respetados por la comunidad de los
fieles.
4. El párroco
o sacerdote-capellán tiene la responsabilidad de proveerles con instrucción tanto a los candidatos para este ministerio como
a aquellos a quienes ellos servirán para asegurar la aceptación, entendimiento y apreciación del ministerio.
5. Los ministros
extraordinarios de la Sagrada Comunión que funcionan en una base regular en su propia parroquia o institución pueden ser designados
tanto por un periodo de tiempo indefinido como por un tiempo específico, generalmente tres años.
6. Es recomendable
que ellos sean formalmente encargados en una ceremonia en la que los miembros de la comunidad de los fieles sean testigos
de ello.
7. El párroco
o el sacerdote-capellán es responsable del continuo crecimiento espiritual de los ministros extraordinarios.
La Instrucción,
Immensae Caritatis, nos dice: “Permítanles esforzarse para ser merecedores de este gran oficio; ayúdenles a cultivar
la devoción a la Santa Eucaristía y muéstrenles a ellos mismos como ejemplo para los otros fieles por su piedad y reverencia
por este santísimo Sacramento del Altar”.
8. Los ministros
extraordinarios de la Sagrada Comunión han de limitar el ejercicio de su ministerio a su propia parroquia o institución.
9. Ellos
no deben realizar otro ministerio litúrgico dentro de la misma Misa en la cual distribuyen la Comunión ni deben asistir al
sacerdote durante la plegaria Eucarística en el modo en que lo hace el diácono, o comulgar en el modo en que lo hace el celebrante
o el concelebrante.
10. Los ministros
extraordinarios de la Sagrada Comunión pueden usar un alba u otra vestimenta apropiada y ropa decorosa.
11. Los párrocos
y los capellanes han de llevar un registro de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión que ellos mismos han designado.
LA DISTRIBUCIÓN
DE LA COMUNIÓN DENTRO DE LA MISA
Las siguientes
directrices se aplican a la distribución de la Eucaristía dentro de la Misa:
1. Como un
miembro más de la asamblea reunida para el culto, se espera que el ministro extraordinario participe plena-mente en toda la
liturgia.
2. Los ministros
extraordinarios pueden acercarse al altar mientras el sacerdote comulga.
Nota: Los ministros extraordinarios que aún no están alrededor del altar, pueden juntarse
en el área del santuario cuando se comienza el Cordero de Dios.
3. Si se
trae suficiente pan para cada Eucaristía en la Presentación de las Ofrendas, la necesidad de ir al Tabernáculo antes de la
distribución de la Comunión, se omite. Sin embargo, si se necesitan hostias del Tabernáculo, el ministro puede traerlas al
altar durante el Cordero de Dios.
Si un cáliz
no es suficiente para la Sagrada Comunión para ser distribuida bajo las dos especies, también son colocados cálices adicionales
vacíos sobre el corporal en el altar y se llenan con vino junto con el cáliz principal después de la presentación de los dones,
o cálices adicionales se llenan con vino antes de la Misa y se llevan al altar en el momento de la preparación del altar.
4. Los ministros
ordinarios distribuyen las hostias consagradas en los recipientes auxiliares. Si esto toma lugar en el altar, los recipientes
se traen durante el Cordero de Dios. En el caso de asambleas numerosas, la distribución en los recipientes auxiliares puede
realizarse en una mesa lateral dentro del santuario de la cual los ministros tomarán las hostias consagradas. Una vez que
los recipientes se han llenado no es necesario llevarlos al altar para dárselos a los ministros de la Comunión.
5. Solamente
después de que el sacerdote ha recibido la Comunión, se da la comunión al diácono y a los ministros extraordinarios. Ellos
no esperan para recibir la comunión hasta que ésta sea distribuida a toda la asamblea.
6. Después
de que todos los ministros eucarísticos han recibido la Comunión, el obispo o el sacerdote celebrante, quien debe ser asistido
por el diácono, entrega los recipientes que contienen el Cuerpo o la Sangre del Señor a los diáconos y ministros extraordinarios
que ayudarán con la distribución de la Santa Comunión.
Nota: Otros ministros, cuando sea necesario, pueden asistir a los ministros ordinarios en
la entrega de los recipientes para la distribución de la Santa Comunión.
7. Al comulgar
el que recibe la Sagrada Comunión inclina su cabeza ante el sacramento en señal de reverencia. El Cuerpo de Cristo es administrado
con las palabras, El Cuerpo de Cristo.
Después que
el comulgante ha respondido Amén, el pan consagrado es puesto en la mano o la lengua, de acuerdo a la manera indicada por
el comulgante. El Cuerpo de Cristo siempre es servido a los comulgantes que no le son permitido tomar su propio pan consagrado
y comulgar ellos mismos.
8. Si un
pedazo de pan consagrado cae en el suelo durante la distribución de la Comunión, el ministro extraordinario debe levantarlo
inmediatamente y consumirlo en el instante o después de la distribución.
9. La distribución
de la Comunión bajo las dos especies es recomendada en todas las celebraciones de la Eucaristía pero es opción del comulgante
recibir la copa. Antes de la Misa debe darse un juicio cuidadoso de que hay suficiente vino, pero no demasiado y esté listo
para ser consagrado y distribuido.
10. La copa
es ofrecida al comulgante con las palabras, La Sangre de Cristo, a lo que el comulgante responde Amén. Generalmente, el comulgante
debe sostener la copa firmemente con ambas manos y tomar de ella. Sin embargo, en el caso de incapacidad física o debilidad,
el ministro extraordinario debe estar listo para ayudarle a sostener la copa.
11. Después
de que la Sangre de Cristo ha sido recibida, el ministro debe secar con un purificador el borde de la copa por dentro y por
fuera y girar la copa suavemente antes de ser presentada al próximo comulgante.
12. La copa
siempre es servida al comulgante; nunca debe ser dejada para auto servirse excepto en el caso de los sacerdotes concelebrantes.
La intención no es habitual en los Estados Unidos y no es recomendada. La práctica de la auto-intinción no es permitida.
13. Si el
vino consagrado es derramado, el área ha de ser cubierta inmediatamente y lavada después de la Misa con agua y luego debe
ser vertido en el sagrario.
14. Los ministros
extraordinarios de la Santa Comunión deben consumir lo que queda de la Preciosísima Sangre en su propia copa de distribución.
Esto no debe hacerse en el lugar de la distribución ni cuando el ministro camina a la parte posterior del Santuario, sino
en una mesa lateral en el santuario una vez que los ministros han llegado ahí, e inmediatamente, no después de la Misa. La
Sangre de Cristo nunca ha de ser vertido en el suelo o en el sagrario.
15 El cáliz
y los otros recipientes deben ser llevados a una mesa lateral, donde son purificados por el sacerdote, diácono o un acólito
instituido. Proporcionado el pan consagrado que ha quedado para ser consumido o reservado y la restante Preciosa Sangre para
que sea consumida, es permitido el dejar los recipientes bien acomodados y cubiertos en la mesa lateral sobre un corporal,
para ser purificados y limpiados después de Misa. Los ministros extra-ordinarios de la
Santa Comunión
pueden ayudar limpiando los vasos como sea necesario.
16. La participación
en el Rito de la Comunión es para aquellos que reciben la Comunión.
Consecuentemente,
los que no participan no deben ser animados a ser parte de la Procesión de Comunión para recibir una bendición en vez de la
Comunión. De hecho, la Comunión no es algo que “recibimos” sino que entra a través de una auto-donación mutua
e interpersonal.
LA DISTRIBUCIÓN
DE LA COMUNIÓN A LOS ENFERMOS Y A LOS MORIBUNDOS
Las siguientes
normas adicionales han de seguirse en la designación de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión que llevarán
la Comunión a los enfermos y los moribundos.
1. Además
de aquel de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión, este debe ser considerado un ministerio especial y distinto
que funcionará dentro de la Misa o en servicios de Comunión.
2. Los ministros
extraordinarios de la Sagrada Comunión que llevarán la comunión a los enfermos y moribundos deben ser instruidos para reconocer
que su papel es un compartir dentro del ministerio total de la Iglesia para los enfermos y moribundos al modo de Jesús.
3. A estos
ministros extraordinarios se les debe dar la instrucción apropiada con respecto a la reverencia que se debe tener al transportar
la Santa Eucaristía y en la realización del ritual prescrito para la distribución de la Comunión a los enfermos. Ellos deben
realizar su ministerio sin visitar otras personas o meterse en otras actividades.
4. Los enfermos
y moribundos deben estar seguros del significado y valor de este ministerio.
Sería bueno
presentar personalmente a los ministros extra-ordinarios a los enfermos y moribundos antes de que ellos les sirvan.
5. Debe insistirse
en el hecho que el ministerio de los ministros extraordinarios de la Sagrada Comunión no es para reemplazar el ministerio
del sacerdote para su pueblo sino más bien para extender y expandir tal ministerio de modo que todos tengan un contacto más
regular con Cristo en la Eucaristía.
6. El párroco
o el sacerdote-capellán debe ver que hayan recipientes dignos para ser usados por los ministros extraordinarios de la Comunión
para los enfermos y los moribundos. La Hostia no es para ser llevada en un pañuelo, sobre o contenedores similares que son
indignos.
7. Es recomendado
que las Hostias para los enfermos y los moribundos sean consagradas en la Misa de la cual van a ser tomadas y en la cual los
ministros extraordinarios han participado.
En este caso,
hay diversas opciones:
· Inmediatamente
antes de recibir la Comunión ellos mismos, los ministros extraordinarios, pueden recibir sus Hostias para la distribución.
· Después
de la distribución de la Comunión a la asamblea, y antes de la Oración después de la Comunión, los ministros extraordinarios
pueden venir a recibir sus Hostias para la distribución.
· Durante
el rito de Comunión, las Hostias para la distribución a los enfermos y moribundos pueden ser puestos en contenedores eucarísticos
que son luego colocados en el Tabernáculo hasta después de la Misa cuando los ministros pueden tomarlas.
En cualquiera
de las opciones, los ministros deben ir directamente a su ministerio sin saludar a otros o socializar después de la Misa.
8. Las Hostias
que no pueden ser distribuidas inmediatamente y consumidas a la misma vez por el enfermo o el moribundo, han de ser consumidas
por el ministro o devueltas al Tabernáculo.
No deben ser dejadas
para ser recibidas un poco de tiempo después, levadas consigo mientras se hacen otras cosas o conservadas en el auto o el
hogar del ministro.